Primero aclaro el tèrmino de expectativa como esa esperanza de realizar o conseguir algo. Esto es necesario saberlo.
Yo veo que ese deseo de conseguir cosas es el motor que nos impulsa para alcanzar esas metas, pero ¿hasta donde ese deseo y esperanza nos puede generar sufrimiento o frustración?… ¡que lìnea tan delgada hay entre perseguir sueños y trabajar por ellos y el hecho de llevarnos el mundo por delante y hasta nuestro propio bienestar hasta lograrlo!.
Desde mis propias experiencias y mi historia de vida puedo notar como la rigidez en mis pensamientos muchas ocasiones ha despertado en mí una increíble frustración cuando no lo logro los objetivos planteados. Esa rigidez viene de mi historia de vida… de la forma en como fui criada y sobre todo de las interpretaciones que tuve ante todo lo que me sucedía. De todo esto empecè a ser consciente hace apenas unos años.
Considero que por un lado es totalmente importante y necesario tener expectativas… obvio que de allí nacen los objetivos y el norte a dónde queremos dirigir nuestra vida, pero también creo que cuando no nos permitimos entender que no todo depende de nosotros, ese camino al alcance de nuestras metas puede ser doloroso.
Hace 2 semanas llegué a Venezuela: el pías en el que que nací y el que no visitaba desde hace 6 años y medio.
Mis padres me invitaron a pasar unas semanas aquí con ellos… reencontrarnos nosotros después de 3 años sin vernos y a compartir con la familia, cerrar algunos ciclos acá y disfrutar de nuestra tierra. Apenas me invitaron me dijeron con ilusión: “hija anota todo lo que quieras hacer. Nos aseguraremos de hacer lo posible por complacer los gustos y los deseos de todos”. Sin embargo, aunque pensé en algunas cosas por encima, decidí que me abriría a la experiencia del viaje -sin mayor expectativa- porque realmente hoy día vivo clarísima que no todo depende de mi… y además mi paìs tiene esa particularidad: cada día se surfea la ola según la situación con la que se amanece.
Unos días antes de venirnos supe que nuestro viaje dependía de un resultado médico pues mi papá estuvo en chequeo y a la espera de un posible diagnostico de cáncer de próstata, que obviamente y gracias a Dios no llegó. Desde esos días todo empezó a cambiar: el itinerario que traíamos, los planes y todo pues una primita murió de forma inesperada 4 días antes del viaje… así que el orden de los planes fue modificado.
Al llegar aquí, la situación paìs, diagnósticos médicos de familiares y hoy la despedida de una tía abuela vuelve a invitarnos a replantear los planes y el viaje sigue diciéndome: “Luiza, suelta la expectativa”.
Para ir cerrando mi reflexión, este día evoco la firmeza amable de Disciplina Positiva. El criterio que me recuerda que la firmeza es necesaria y que es tambien vital la flexibilidad en cada esperanza, en cada plan y en cada sueño. Me mantengo firme trabajando por lo que sueño y a la vez tengo en cuenta que hay cosas que a veces no salen, porque hay cosas sencillamente que no dependen de mi.
A esta altura pienso en todas las expectativas con las que vivimos la vida y tomamos decisiones: esperamos hijos de una manera, comportamientos y actitudes específicos de parte de otros, uniones para toda la vida, trabajos perfectos, relaciones soñadas… pero ¿qué está surgiendo?… Hoy me pregunto y te pregunto ¿qué sigo esperando a pesar de tener dificultad para lograrlo?… ¿Cómo me siento ante lo que va sucediendo?… ¿acepto o sigo luchando?… ¿ cómo fluyo ante lo que se escapa de mi control?
Hoy te invito a revisar tus expectativas generales de vida y recuerda este concepto: firmeza amable. Que la expectativa no te llene de frustración y que si ésta llega, sòlo te invite a descubrir tus valores y te ayude a replantear el camino.
Te abrazo… con una foto desde el frente de mi casa materna… en una piel que sigue creyendo en la firmeza y trabaja en la compasión y la flexibilidad a diario.
Luiza.